sábado, 24 de marzo de 2012

LA HISTORIA DE SIEMPRE.

Su relación, si se le podía llamar relación, hacía tiempo que había fracasado, pero Alaín seguía pensando en ella de una forma diferente a una amiga.

Todo empezó el día que la conoció. Nunca habría pensado que una chica como Heri, fuera tan diferente de cómo aparentaba. Poco a poco se fueron conociendo y poco a poco, Alaín se iba enamorando, sin saber que ella tenía novio. En el momento que descubrió ese detalle, su ánimo se vino abajo. Aun así, siguió manteniendo latentes esos sentimientos porque le hacían sentir bien y notaba que su vida fluía con más facilidad. Así es el poder del amor.

Los días siguieron pasando. Heri cada vez se sentía mejor al lado de Alaín. Eran muy buenos amigos y cuando un atisbo de amor hacia él, recorrió su cabeza, ella, lo apartó sin piedad. No podía permitirse esos pensamientos. No serian buenos para su relación. Pero el amor es como un virus, puede escabullirse de sus verdugos, esconderse y volver a infectar mas tarde.

Por otro lado, se encontraba Alaín, que disfrutaba de cada momento que estaba con Heri y lo grababa a fuego en su memoria. Cada vez pensaba mas en ella y esto llegó a influirle y a atormentarle tanto que decidió expresarle su amor y sus sentimientos. Alaín siempre había sido un soñador romántico y pensaba que Heri dejaría a su novio por estar con él. Entonces sucedió. Alaín apartó a Heri de su grupo de amigos, la miro a los ojos y le dijo lo que tanto tiempo había querido expresar.
- No, por favor. No me digas eso. Por favor. Sabes que no puede ser, Alaín. Tengo novio.

Él esperaba un beso, pero no fue así. Fue más doloroso de lo que él esperaba. Sonrió y se fue.

Heri tenía miedo de que su amistad con Alaín hubiera acabado, aunque tampoco se atrevía a dar el primer paso para hablar con él después del desafortunado encuentro. Se distanciaron. Él por las pocas ganas que tenia de verla, de escucharla,… ella porque no sabía que decirle y no quería herirle más. Pero el tiempo tiene la capacidad de sanar y curar.
Abatida y desconsolada, Heri llamó a Alaín. Lo necesitaba. Su novio le había pedido que se distanciaran un tiempo. Alaín sabía que tenía que dar lo mejor de sí para con su amiga y una noche, sin querer, se quedaron solos. El hechizo del amor los hipnotizó. Lo que Alaín había intentado olvidar y lo que Heri había evitado a toda costa, resurgió con mucha más fuerza. Se besaron.

Fue una época feliz mientras duró. Heri seguía queriendo a su novio y este volvió a su vida. Alaín sabía que pasaría y decidió salir de la vida de Heri para siempre. Así, se evitarían muchos dolores y daños.
Aquella era su última noche en la ciudad, así que Alaín salió con sus amigos para poder disfrutar de ellos una vez más, pero no la ultima. Se quería despedir de todos, y de forma indirecta, también de Heri. Avanzada la noche, se encontraron y comenzaron a hablar y a ponerse al día con sus actuales vidas.

Sin esperarlo salió el tema que llevaban arrastrando durante tanto tiempo. Heri insistió en hablarlo, Alaín a regañadientes, aceptó y a cada momento que se le presentó, intentó cambiar de tema. No lo consiguió. ¿Por qué sacaba ese tema si se suponía zanjado? Alaín no quería hablar de ello, hasta que Heri le preguntó:
- ¿Te vas a olvidar de mí?

En ese momento es cuando asomó la cabeza el lado romántico de Alaín para ver qué pasaba. Siendo realista, que lo era, Heri no estaba a su alcance. Ya no.
- Ya no tengo novio. Me puso los cuernos.

A partir de ahí, cambió la noche. Se fueron los dos solos por los bares.
En el último, empezó a sonar “Oh Darling!”. Heri se abrazó a Alaín y comenzaron a bailar lentamente.

- Esta canción me recuerda a ti. – dijo Alaín.
Y solo bastó una mirada para que comenzaran a besarse.

Amanecieron en la misma cama, pero no a la vez. Alain salió de casa de Heri mientras en su cabeza sonaba “Here comes the sun”.

miércoles, 14 de marzo de 2012

A DAY IN THE LIFE

Se sentó a leer el periódico en una de las mesas del bar. Comenzó leyendo una noticia sobre como el ejercito de Siria destruía lo poco que esas personas inocentes tenían, y como destrozaban familias a golpe de cañón, misiles y balas. Entonces ella se sentó enfrente de él.
- Hola. ¿Qué tal? - le preguntó.

Él desvió la mirada del periódico y la dirigió hacia su acompañante.

- ¡Hola! - se sorprendió – Estoy bien, aquí, enterándome de las noticias del mundo. – dijo mientras cerraba, doblaba y dejaba el periódico a un lado.- ¿Y tú?

- Bien, acabo de salir de clase, te he visto y he parado a ver como estabas.

- Bueno, me desperté y me caí de la cama. Después tomé una taza de café y me lavé los dientes y la cara. Cogí mi abrigo y mi sombrero, y encontré el camino para bajar las escaleras.

Ella se rió de lo absurdo que sonaba todo eso y le dijo:

- Pero, si no llevas sombrero.

- Ya, lo he dicho para parecer más interesante.

Y así charlaron durante largo rato, hasta que llegaron a un tema espinoso.

- Me dices que quieres una revolución. Sí, todos queremos cambiar el mundo, ¿sabes? Dices que tienes una solución. Muy bien, veamos tu plan, pero no cuentes con mi contribución. Creo que no vas a lograr hacerlo con nadie de todos modos. – dijo de forma acalorada y alzando la voz. Entonces, se levantó y continuo diciendo – Quieres una revolución. JA. Libera primero tu mente, mejor, después veras la evolución.

Cogió el periódico del bar y salió de allí rápidamente. Las dudas que poco a poco habían surgido en su cabeza florecieron y dominaron sus pensamientos. ¿Por qué lo había hecho después de todo el daño que causó? ¿Por qué no tuvo valor? Aceleró el paso para intentar dejar las dudas atrás. No era posible.

Llegó a casa y se dio cuenta de que había robado el periódico, así que continúo leyéndolo. Esta vez se paró en una noticia trágica. Decía que un joven que había alcanzado su meta, había sido arrollado por un camión por un camión. El joven no se había dado cuenta de que el semáforo había cambiado y el camión lo envistió rompiéndole el cráneo y volándole los sesos. Había una foto del accidente y aunque la noticia era bastante triste y cruenta, el no hizo más que reírse.

- Un día en la vida – dijo.