Todo empezó el día que la conoció. Nunca habría pensado que una chica como Heri, fuera tan diferente de cómo aparentaba. Poco a poco se fueron conociendo y poco a poco, Alaín se iba enamorando, sin saber que ella tenía novio. En el momento que descubrió ese detalle, su ánimo se vino abajo. Aun así, siguió manteniendo latentes esos sentimientos porque le hacían sentir bien y notaba que su vida fluía con más facilidad. Así es el poder del amor.
Los días siguieron pasando. Heri cada vez se sentía mejor al lado de Alaín. Eran muy buenos amigos y cuando un atisbo de amor hacia él, recorrió su cabeza, ella, lo apartó sin piedad. No podía permitirse esos pensamientos. No serian buenos para su relación. Pero el amor es como un virus, puede escabullirse de sus verdugos, esconderse y volver a infectar mas tarde.
Por otro lado, se
encontraba Alaín, que disfrutaba de cada momento que estaba con Heri y lo
grababa a fuego en su memoria. Cada vez pensaba mas en ella y esto llegó a
influirle y a atormentarle tanto que decidió expresarle su amor y sus
sentimientos. Alaín siempre había sido un soñador romántico y pensaba que Heri
dejaría a su novio por estar con él. Entonces sucedió. Alaín apartó a Heri de
su grupo de amigos, la miro a los ojos y le dijo lo que tanto tiempo había
querido expresar.
- No, por favor. No me
digas eso. Por favor. Sabes que no puede ser, Alaín. Tengo novio.Él esperaba un beso, pero no fue así. Fue más doloroso de lo que él esperaba. Sonrió y se fue.
Heri tenía miedo de que
su amistad con Alaín hubiera acabado, aunque tampoco se atrevía a dar el primer
paso para hablar con él después del desafortunado encuentro. Se distanciaron.
Él por las pocas ganas que tenia de verla, de escucharla,… ella porque no sabía
que decirle y no quería herirle más. Pero el tiempo tiene la capacidad de sanar
y curar.
Abatida y desconsolada,
Heri llamó a Alaín. Lo necesitaba. Su novio le había pedido que se distanciaran
un tiempo. Alaín sabía que tenía que dar lo mejor de sí para con su amiga y una
noche, sin querer, se quedaron solos. El hechizo del amor los hipnotizó. Lo que
Alaín había intentado olvidar y lo que Heri había evitado a toda costa,
resurgió con mucha más fuerza. Se besaron.
Fue una época feliz
mientras duró. Heri seguía queriendo a su novio y este volvió a su vida. Alaín sabía
que pasaría y decidió salir de la vida de Heri para siempre. Así, se evitarían
muchos dolores y daños.
Aquella era su última
noche en la ciudad, así que Alaín salió con sus amigos para poder disfrutar de
ellos una vez más, pero no la ultima. Se quería despedir de todos, y de forma
indirecta, también de Heri. Avanzada la noche, se encontraron y comenzaron a
hablar y a ponerse al día con sus actuales vidas.
Sin esperarlo salió el
tema que llevaban arrastrando durante tanto tiempo. Heri insistió en hablarlo,
Alaín a regañadientes, aceptó y a cada momento que se le presentó, intentó
cambiar de tema. No lo consiguió. ¿Por qué sacaba ese tema si se suponía
zanjado? Alaín no quería hablar de ello, hasta que Heri le preguntó:
- ¿Te vas a olvidar de
mí?
En ese momento es cuando
asomó la cabeza el lado romántico de Alaín para ver qué pasaba. Siendo
realista, que lo era, Heri no estaba a su alcance. Ya no.
- Ya no tengo novio. Me
puso los cuernos.
A partir de ahí, cambió
la noche. Se fueron los dos solos por los bares.
En el último, empezó a
sonar “Oh Darling!”. Heri se abrazó a Alaín y comenzaron a bailar lentamente.
- Esta canción me
recuerda a ti. – dijo Alaín.
Y solo bastó una mirada
para que comenzaran a besarse.
Amanecieron en la misma
cama, pero no a la vez. Alain salió de casa de Heri mientras en su cabeza
sonaba “Here
comes the sun”.
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